A LA ENCINA MUERTA |
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De tus ramas caen las hojas |
jugueteaban a tu alrededor |
que tanta sombra dieron |
porque tenías en tu frente |
a labradores y señoras |
un hermoso verdor. |
a jóvenes y abuelos. |
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Nada tienes ahora, amiga |
Verdes eran tus soldados |
sólo el triste recuerdo |
los que vigilaban tus caminos |
de tus amigas encinas |
pero cayeron derrotados |
y el peso del árbol muerto. |
por el tiempo y el destino. |
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Aunque en tu corteza oscura |
Los niños antiguamente |
ya no brille ese verdor |
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yo te quiero en Extremadura |
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con todo mi corazón. |
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EMILIO LLANOS GONZÁLEZ |
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«Podrá no haber poetas, pero siempre … habrá poesía», decía Bécquer. |
Bécquer, por ahora, se equivoca: sigue habiendo poetas, |
al menos en nuestra tierra, e incluso en nuestro Centro. |
Vaya como muestra este poema para eel mes de mayo, |
compuesto por uno de nuestros alumnos. |
Gracias, Emilio. |